Irlanda fue uno de los países más pobres de Europa durante más de dos siglos, debido, sobre todo, a las medidas proteccionistas que el gobierno llevó a cabo en un principio, y a las políticas fiscales expansionistas empleadas tras las crisis petroleras. Sin embargo, durante la década de los ´90, Irlanda alcanzó la tasa de crecimiento económico más elevada de todos los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), como consecuencia de la instalación de importantes multinacionales extranjeras. Este espectacular desarrollo ha potenciado el aumento del comercio internacional, impulsado, entre otros motivos, por su carácter insular y su estratégica ubicación. De este modo, se registró en Irlanda un brillante crecimiento del comercio con Europa, Estados Unidos y Asia. Precisamente, el 85% de la fabricación en el país se destina al extranjero. Concretamente, en el 2004, Estados Unidos, recibió el 19,7% de las exportaciones del país – según datos del informe elaborado por la Oficina Económica y Comercial de España en Dublín-, desbancando así a Reino Unido (17,6%), que había sido hasta entonces el primer socio comercial de Irlanda. Le siguen Bélgica, Alemania y Francia. Sin embargo, en cuanto a las importaciones irlandesas, estos dos países se intercambian la posición; las importaciones se dirigen en primer lugar a Reino Unido (35,6%), seguido de Estados Unidos (13,9%), Alemania, Países Bajos y Francia.
La estructura empresarial irlandesa está organizada en dos bloques diferenciados. Por un lado, se encuentran las multinacionales que lideran la productividad y la tecnología y que destinan la mayor parte de su producción a la exportación; y por otro lado, están las empresas tradicionales y poco competitivas que se dirigen al mercado interior. De ahí que exista una importante diferencia entre el PIB y el PNB –un 20% menor que el PIB-.
Los sectores que lideran las exportaciones son el químico-farmacéutico y el de tecnologías de la información y maquinaria eléctrica. El primero, supone una inversión extranjera de unos 12.000 millones de euros, debido a que 13 de las 15 compañías mundiales más importantes tienen centros de producción en Cork. Esto significa, que el 44,6% de las exportaciones irlandesas en el 2004 proceden de este sector. Le sigue, con el 27% de las exportaciones del 2004, el sector de las tecnologías informáticas, que se ha recuperado de la crisis sufrida en el 2002.
El sector de la construcción se puede situar en tercer lugar, con el 13,8% del PIB, que proviene del record de construcción residencial reflejado el año pasado. No obstante, se prevé que, en los próximos años, será la construcción de infraestructuras la que relanzará este sector.
Los activos de los bancos dispuestos en el IFSC (Internacional Financial Service Center) sitúan a Irlanda en el segundo lugar de la Unión Europea –detrás de Luxemburgo-. Así, los servicios financieros alcanzan la cifra de 212.300 millones de euros.
A pesar de que la economía Irlandesa permaneció estancada durante varios siglos, los años ’90 fueron años de esplendor. La instalación de acreditadas empresas extranjeras, debido principalmente a la favorable imposición fiscal que mantiene el estado, ha favorecido el crecimiento económico que ha experimentado el país.